VIA DE LA PLATA
El albergue estaba lleno, no estaba acostumbrado a esa conglemeración, no hay tanta gente en la Vía como para ello, pero Mérida tiene la excepcionalidad de no tener más albergues y de ser una etapa de parada obligada. Temía ruidos pero no los hubo o los tapones cumplieron bien su función.
El albergue estaba lleno, no estaba acostumbrado a esa conglemeración, no hay tanta gente en la Vía como para ello, pero Mérida tiene la excepcionalidad de no tener más albergues y de ser una etapa de parada obligada. Temía ruidos pero no los hubo o los tapones cumplieron bien su función.
No conocía, no sabía que en la salida de Mérida por la cara occidental rumbo al norte me encontraría con esta maravilla arquitectonica. Contra el clareal del alba se dibujan sus arcos. Decido esperar que claree la mañana para poder ver y fotografiarle.
Mientras esto ocurre leo en Google, en internet, acerca de este acueducto. Es el conocido como el de Los Milagros, https://es.wikipedia.org/wiki/Acueducto_de_los_Milagros forma parte de una conducción hidraúlica que traía agua del embalse de La Proserpina, 5 km más arriba y por el que pasa la Vía, lo veré. Su nombre se deriva por la admiración que causaba en lugareños su estado de conservación a pesar de los avatares del tiempo. Y no es para menos, pues se conservan más de 800 m de este acueducto, alguno de cuyos pilares de granito y ladrillo se alzan 27 m por encima del terreno.
Por una ámplia y cómoda vía me llevan las flechas, es la avenida de El Lago, mas tarde comprendo es la que lleva al embalse de Proserpina que como veré más tarde esta considerado una importante zona de ocio y de deporte.
Cruzo la autovía A-5, conocida como la autovía de Extremadura.
Pronto accedo a la zona de esparcimiento, ocio y restauración que ha generado el embalse de Proserpina.
Pronto comprendo la positiva aceptación de este espacio natural. Llegar aquí y contemplar el entorno y con la claridad y temperatura como la de hoy, transmite energía positiva.
Tres peregrinos que habían dormido conmigo en Mérida, descansaban y permanecían enchufados a la toma de energía.
El embalse de Proserpina fue construido por los romanos en el siglo I, recoge las aguas de dos arroyos y tiene una capacidad de 4 hm3. Tiene su origen en la necesidad de asegurar el agua a la ciudad de Augusta Emérita, actual Mérida, ésta se canalizaba por vías subterraneas y se introducía en la ciudad por el acueducto de Los Milagros.
La construcción de la presa de este embalse tuvo un tiempo de duración de casi dos siglos, tenían claro los romanos que habían venido para quedarse. Sin agua no hay vida, lo sabían y por ello emplearon inteligencia y tiempo para asegurarla en la ciudad. Lo que no entiendo es por qué tanto tiempo y trabajo para recoger el caudal de dos arroyos, más la lluvia, disponiendo al lado de la ciudad de un caudal grande como el del Guadiana. (más info del embalse)
Comentada esta reflexión en las redes, me responde Jose I. Martín Benito, historiador, que su teoría es que no se tomaron aguas del Guadiana porque ésta estaba en cota más baja que la ciudad y no era posible subirla porque no había sistemas de bombeo. Por el contrario los arroyos y el embalse de Proserpina estaban en una cota más alta, lo cual lo aprovechaban para llevar el agua por su propio peso o gravedad.
Los ingenieros romanos estudiaron bien la seguridad de la presa, establecieron dos tipos de contrafuertes, los interiores llamados de aguas abajo, el motivo de instalar este tipo tal vez fuera el de estabilizar el muro antes de colocar el espaldon de tierra, pues una vez colocado este su efecto es suficiente para resitir el empuje del agua embalsada.
El otro tipo de contafuerte es el exterior o de aguas arriba, que ayudan a resistir el empuje de las tierras contra el muro en situaciones de embalse vacio o muy bajo. En estos casos este empuje no está compensado por el del agua en sentido contrario, creándose una situación peligrosa para la estabilidad de la presa.
De la calidad de sus estudios y realización es testigo y juez el tiempo, 2000 años después aquí permanecen los 450 m de piedra de sillería, altura máxima de 21 m, cumpliendo felizmente hoy otras funciones como los de regadio o esparcimiento como el de la pesca o baño.
Otras funciones o aplicaciones tuvieron, como la de regadio. En la parte inferior encontraron una toma con dos tubos de plomo de 20 cm que se interpreta fueran para regar los campos de la vega.
Otra toma que data del siglo XVI, perforación de la piedra, se cree tenía como fin alimentar los molinos de agua y lavaderos de lanas de oveja. Recordar la importancia de la lana en aquellos años del medievo, una materia prima muy demandada desde Europa por la industria textil como la italiana, estos contrataban y transportaban la lana límpia, para lo cual era necesario disponer de lavaderos.
Pero volvemos a los tiempos de hoy.
Lavaderos y molinos no hay, o no son necessarios hoy, pero sí el regadío, también el ocio, y en este estado la pesca deportiva es una importante actividad que se practica desde la orilla y desde embarcación, y también el esparcimiento físico tomando baños de sol y agua.
Por las infraestructuras que se ven es fácil deducir que en tiempo de horas de sol y buena temperatura, este embalse de Proserpina es la playa de Mérida y alrededores.
Una simpática paseante me "secuestró", vió que hacía fotos del embalse y alrededores, y casi me forzó a posar para yo estar dentro del paisaje, "cómo te vas a ir sin estar en él?, trae aquí el móvil que te hago unas fotos", jeje, hay gente simpática.
La flecha amarilla me lleva al asfalto, carretera estrecha que no lleva a ningún sitio que no sea a conectar con la autovía de la Ruta de la Plata. No hay arcén pero tampoco tráfico, a pesar de ser domingo, pero.. en verano esta carretera tiene que tener mucho tráfico.
Después de unos 3-4 km por la carretera, a la izda. veo una vía de tierra que se adentra en el monte de encinas, y una flecha que me dice que por ahí hay que ir. Encantado de dejar de pisar asfalto.
Tierra seca, apretada, con huellas de neumáticos de bicis, hierba seca con mucho tiempo, días, semanas, meses?, sin sentir el agua.
La encina es fuerte y no cambia, ella conserva su verde color y mantiene las bellotas hasta que llegue su maduración, aunque.. el cambio climático o el exagerado calor y carencia de agua de lluvia, no permita a las bellotas engordar, haciendo que muchas de ellas no aguanten en el árbol y lo abandonen antes de tiempo. Esta es, era, la queja de los ganaderos.
Sí, hoy tiene que ser domingo..., hay ciclistas!, no falla. En el norte, en el sur, este u oeste, aprovechan la mañana de este día para airear sus cuerpos y hacerles fuertes, sanos y resistentes.
Son las 11,43 h, cuatro horas han transcurrido desde que encontré el acueducto de Los Milagros. Mucho tiempo, pero entretenido.
Desde un modesto collado veo que el terreno que falta por recorrer es más, igual, de lo caminado hasta ahora. Colores azul y blanco del cielo, verde de las encinas y amarillo de la tierra y la hierba. Las encinas intercaladas en un terreno ámplio de suaves ondulaciones, practicamente llano. 1 km falta para El Carrascalejo.
La etapa de hoy debería terminar en Alcuéscar, 36 km, mucho para mí, por ello pensé terminar en Aljucén, la mitad y lo máximo posible para mí, aquí había albergue y no tenía mala consideración.
Pronto estoy pisando las baldosas de las aceras de El Carrascalejo. Es un pueblo muy pequeño, el más de la provincia de Badajoz, su número de habitantes no llega a 100.
Pero el municipio no se resigna a fenecer y quiere aprovechar los recursos que tiene. Uno, es La Vía de la Plata. Ahora en octubre somos pocos peregrinos o senderistas, menos es nada, pero en la primavera, por lo que escucho, la Vía se pone a tope y con ello los albergues. Verdad es que la situación de este pueblo en la Vía no es buena o favorable para que los peregrinos se queden, está muy cerca de Mérida y todos quieren o queremos caminar más.
Como ya he comentado, esto es lo que también quería yo, pero las instalaciones y la conversación con los naturales del pueblo que en el Bar tomaban sus vinos o cervezas antes de comer, me convencieron para quedarme en el municipal.
Pronto llegó Jean Pierre, el belga que conocí en Zafra, acompañado de una joven alemana. Ellos también se quedaron en el albergue, no había nadie más. Los que habían salido de Mérida ya habrían pasado, muchos habrían ido a Alcuescar. Solo quedaba yo de los de Mérida, porque estos dos acompañantes de hoy venían de más atrás. Es lo que tiene entretenerte observando el interés del Camino, de la Vía en este caso, que se acaba el tiempo.
Por una ámplia y cómoda vía me llevan las flechas, es la avenida de El Lago, mas tarde comprendo es la que lleva al embalse de Proserpina que como veré más tarde esta considerado una importante zona de ocio y de deporte.
Cruzo la autovía A-5, conocida como la autovía de Extremadura.
Pronto accedo a la zona de esparcimiento, ocio y restauración que ha generado el embalse de Proserpina.
Pronto comprendo la positiva aceptación de este espacio natural. Llegar aquí y contemplar el entorno y con la claridad y temperatura como la de hoy, transmite energía positiva.
Tres peregrinos que habían dormido conmigo en Mérida, descansaban y permanecían enchufados a la toma de energía.
El embalse de Proserpina fue construido por los romanos en el siglo I, recoge las aguas de dos arroyos y tiene una capacidad de 4 hm3. Tiene su origen en la necesidad de asegurar el agua a la ciudad de Augusta Emérita, actual Mérida, ésta se canalizaba por vías subterraneas y se introducía en la ciudad por el acueducto de Los Milagros.
La construcción de la presa de este embalse tuvo un tiempo de duración de casi dos siglos, tenían claro los romanos que habían venido para quedarse. Sin agua no hay vida, lo sabían y por ello emplearon inteligencia y tiempo para asegurarla en la ciudad. Lo que no entiendo es por qué tanto tiempo y trabajo para recoger el caudal de dos arroyos, más la lluvia, disponiendo al lado de la ciudad de un caudal grande como el del Guadiana. (más info del embalse)
Comentada esta reflexión en las redes, me responde Jose I. Martín Benito, historiador, que su teoría es que no se tomaron aguas del Guadiana porque ésta estaba en cota más baja que la ciudad y no era posible subirla porque no había sistemas de bombeo. Por el contrario los arroyos y el embalse de Proserpina estaban en una cota más alta, lo cual lo aprovechaban para llevar el agua por su propio peso o gravedad.
Los ingenieros romanos estudiaron bien la seguridad de la presa, establecieron dos tipos de contrafuertes, los interiores llamados de aguas abajo, el motivo de instalar este tipo tal vez fuera el de estabilizar el muro antes de colocar el espaldon de tierra, pues una vez colocado este su efecto es suficiente para resitir el empuje del agua embalsada.
El otro tipo de contafuerte es el exterior o de aguas arriba, que ayudan a resistir el empuje de las tierras contra el muro en situaciones de embalse vacio o muy bajo. En estos casos este empuje no está compensado por el del agua en sentido contrario, creándose una situación peligrosa para la estabilidad de la presa.
De la calidad de sus estudios y realización es testigo y juez el tiempo, 2000 años después aquí permanecen los 450 m de piedra de sillería, altura máxima de 21 m, cumpliendo felizmente hoy otras funciones como los de regadio o esparcimiento como el de la pesca o baño.
Otras funciones o aplicaciones tuvieron, como la de regadio. En la parte inferior encontraron una toma con dos tubos de plomo de 20 cm que se interpreta fueran para regar los campos de la vega.
Otra toma que data del siglo XVI, perforación de la piedra, se cree tenía como fin alimentar los molinos de agua y lavaderos de lanas de oveja. Recordar la importancia de la lana en aquellos años del medievo, una materia prima muy demandada desde Europa por la industria textil como la italiana, estos contrataban y transportaban la lana límpia, para lo cual era necesario disponer de lavaderos.
Pero volvemos a los tiempos de hoy.
Lavaderos y molinos no hay, o no son necessarios hoy, pero sí el regadío, también el ocio, y en este estado la pesca deportiva es una importante actividad que se practica desde la orilla y desde embarcación, y también el esparcimiento físico tomando baños de sol y agua.
Por las infraestructuras que se ven es fácil deducir que en tiempo de horas de sol y buena temperatura, este embalse de Proserpina es la playa de Mérida y alrededores.
Una simpática paseante me "secuestró", vió que hacía fotos del embalse y alrededores, y casi me forzó a posar para yo estar dentro del paisaje, "cómo te vas a ir sin estar en él?, trae aquí el móvil que te hago unas fotos", jeje, hay gente simpática.
Después de unos 3-4 km por la carretera, a la izda. veo una vía de tierra que se adentra en el monte de encinas, y una flecha que me dice que por ahí hay que ir. Encantado de dejar de pisar asfalto.
Tierra seca, apretada, con huellas de neumáticos de bicis, hierba seca con mucho tiempo, días, semanas, meses?, sin sentir el agua.
La encina es fuerte y no cambia, ella conserva su verde color y mantiene las bellotas hasta que llegue su maduración, aunque.. el cambio climático o el exagerado calor y carencia de agua de lluvia, no permita a las bellotas engordar, haciendo que muchas de ellas no aguanten en el árbol y lo abandonen antes de tiempo. Esta es, era, la queja de los ganaderos.
Sí, hoy tiene que ser domingo..., hay ciclistas!, no falla. En el norte, en el sur, este u oeste, aprovechan la mañana de este día para airear sus cuerpos y hacerles fuertes, sanos y resistentes.
Son las 11,43 h, cuatro horas han transcurrido desde que encontré el acueducto de Los Milagros. Mucho tiempo, pero entretenido.
Desde un modesto collado veo que el terreno que falta por recorrer es más, igual, de lo caminado hasta ahora. Colores azul y blanco del cielo, verde de las encinas y amarillo de la tierra y la hierba. Las encinas intercaladas en un terreno ámplio de suaves ondulaciones, practicamente llano. 1 km falta para El Carrascalejo.
Pronto estoy pisando las baldosas de las aceras de El Carrascalejo. Es un pueblo muy pequeño, el más de la provincia de Badajoz, su número de habitantes no llega a 100.
Pero el municipio no se resigna a fenecer y quiere aprovechar los recursos que tiene. Uno, es La Vía de la Plata. Ahora en octubre somos pocos peregrinos o senderistas, menos es nada, pero en la primavera, por lo que escucho, la Vía se pone a tope y con ello los albergues. Verdad es que la situación de este pueblo en la Vía no es buena o favorable para que los peregrinos se queden, está muy cerca de Mérida y todos quieren o queremos caminar más.
Pronto llegó Jean Pierre, el belga que conocí en Zafra, acompañado de una joven alemana. Ellos también se quedaron en el albergue, no había nadie más. Los que habían salido de Mérida ya habrían pasado, muchos habrían ido a Alcuescar. Solo quedaba yo de los de Mérida, porque estos dos acompañantes de hoy venían de más atrás. Es lo que tiene entretenerte observando el interés del Camino, de la Vía en este caso, que se acaba el tiempo.
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